El framerate o tasa de frames es la frecuencia en la que aparecen las imágenes en una pantalla. Las pantallas modernas funcionan mostrando una serie de frames o fotogramas (básicamente imágenes estáticas) en una rápida sucesión, haciendo que nuestro sistema visual perciba movimiento. La tasa de frames es expresada en Hz (hercios) o FPS (frames por segundo). Por ejemplo, un monitor de 60Hz mostrará 60 frames por segundo.
El framerate es importante en el mundo de los videojuegos por varias razones, pero principalmente por una cuestión de fluidez. Cuanto más alta es la tasa de frames, más fluida se vuelve la imagen en la pantalla, haciendo que sea más fácil y natural seguir los objetos que se mueven rápido en la pantalla.
La imagen anterior muestra por qué los monitores de mayor tasa de refresco se han convertido en el estándar dentro de la escena gaming de competición. Una pantalla de 60Hz normal (que es de lejos la tasa de refresco más común en las pantallas de hoy en día) pueden refrescar la imagen 60 veces por segundo como mucho, por lo que, aunque tu gráfica sea capaz de renderizar muchos más FPS, seguirás viendo solo 60 imágenes por segundo. Un monitor de 144Hz (que ahora es la tasa de refresco estándar en los monitores gaming de alta gama) mostrará más del doble de imágenes por segundo (siempre que tu hardware pueda producir suficientes frames, por lo que este es un factor importante a la hora de comprar una pantalla de gran FPS), lo que resulta en una imagen mucho más fluida y nítida.
Los monitores gaming modernos llegan hasta los 240Hz, ofreciendo una excepcional claridad y fluidez. Hay quien afirma (en broma, en la mayoría de los casos) que el ojo humano no puede ver más de 30 fotogramas por segundo, pero estas afirmaciones son falsas y tienen su origen en un meme de internet. Jugar en un monitor con una mayor tasa de refresco no necesariamente te convierte en un mejor jugador, pero el efecto es inmediatamente perceptible. Eso sí, con rendimientos decrecientes. Pasar de 60 FPS a 144 FPS supone un mundo de diferencia y puede que incluso sea incómodo jugar a un título de alto ritmo en un monitor de 60Hz normal, mientras que pasar de 144 Hz a 200 Hz será una experiencia mucho menos reveladora (aunque la diferencia es todavía perceptible para la mayoría de la gente).
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