Hay un debate muy antiguo: con la actual generación de consolas estableciendo el estándar en 30 frames por segundo (FPS) y subiendo a 60 FPS en juegos más competitivos, muchos jugadores se preguntan:
¿Merece la pena pasar a un equipo que pueda soportar 144, 240 o incluso más frames por segundo para un gaming competitivo?
Si quieres la respuesta corta: ¡Por supuesto! Las tarjetas gráficas y los monitores son más potentes que nunca, y con la gran variedad de tarjetas disponibles en el mercado, puedes conseguir el rendimiento que necesitas por el precio que te puedas permitir.
Para la respuesta larga vamos a ahondar un poco más en la cuestión. Tenemos que analizar las ventajas específicas que jugar a altas tasas de refresco y FPS te proporciona como jugador de competición, y más tarde expondremos nuestras conclusiones con estadísticas y cifras de jugadores profesionales y lo que usan.
Por el bien de la simplicidad, vamos a comprar los puntos diferenciadores de los 144Hz y 240Hz, ya que son los sistemas de altas tasas de refresco usadas por nuestros profesionales. Por supuesto, se necesita un monitor con una alta tasa de refresco y tu tarjeta gráfica tiene que ser capaz de proporcionarle los suficientes frames. Como norma general, necesitas un equipo que pueda exceder la tasa de refresco del monitor en frames por segundo. Un equipo con un monitor de 240Hz conectado a un sistema que produce 350 frames por segundo sigue siendo mejor que un equipo con un monitor de 240Hz que solo alcance 240 frames por segundo.
Ventajas de tener un FPS y tasas de refresco altos
Si no estás muy convencido sobre cómo una baja tasa de frames puede dificultar tu capacidad para seguir lo que sucede alrededor, podemos mostrarte un excelente vídeo de WASD.ro. Lo hemos enlazado a lo siguiente, pero siéntete libre de ponerlo a pantalla completa para que puedas ver realmente la gran diferencia que puede suponer una alta tasa de refresco.
Las imágenes en movimiento (como los juegos) se crean básicamente al mostrar una serie de imágenes fijas en rápida sucesión, y cuanto más bajo sea el framerate, más entrecortada será la imagen en movimiento.
Un monitor gaming de 144Hz (conectado a una tarjeta gráfica y un sistema que pueda producir más de 144 frames por segundo) refresca la imagen en la pantalla más del doble de rápido de lo que es capaz una pantalla de 60Hz normal, por lo que no es de extrañar que estos monitores con gran tasa de refresco hace que sea mucho más fácil seguir de forma precisa lo que ocurra en el juego. Así que, básicamente, un monitor de 144Hz hará que el mundo del juego parezca mucho más fluido y más realista en cuanto al movimiento.
Pero las ventajas no terminan ahí. Un equipo normal de 60 FPS tiene una latencia de extremo a extremo de entre 55 y 75 ms (si juegas a pantalla completa), mientras que un equipo de 144 FPS la tiene entre 30 y 45 ms. Un equipo que funcione a 240 fotogramas por segundo tiene una latencia de extremo a extremo de entre 20 y 35 milisegundos, lo que significa que una alta tasa de frames te otorga ventajas más allá del aspecto visual. Un equipo con una alta tasa de frames traslada tus señales de entrada mucho más rápido, lo que te puede dar ventaja en esas igualadas luchas. Es por eso que verás profesionales de (por ejemplo) CS:GO con tasas de frames muy por encima de 240. Puede pensar que eso es excesivo, ya que sus monitores no pueden mostrar más de 240 frames por segundo, pero la ventaja de tener un equipo que pueda producir muchos frames van más allá de lo que puedes ver.
Además, una alta tasa de refresco significa que se reduce el efecto de pantalla rasgada visible (véase: ‘¿Qué es el V-Sync?’) y el desenfoque de movimiento (véase: ‘¿Qué es la reducción de desenfoque de movimiento?’), que es otra gran ventaja en lo que se refiere a la claridad de la imagen.
Resumiendo, podemos decir que un equipo de 144Hz (o más) te ofrece una imagen mucho más fluida y sensible, así como una conexión más directa y sensible con el juego. Esta es una ventaja enorme para los gamers.
+144Hz es el mínimo para competición
Mirando el gráfico de la derecha, está bastante claro que los +144Hz son realmente el estándar actual en competición. De hecho, menos del 1% de nuestros jugadores profesionales analizados juegan en un monitor con una tasa de refresco estándar de 60Hz. 144Hz parece ser la tasa de refresco mínima aceptable según los jugadores profesionales, con el 98% de nuestros profesionales analizados usando una tasa de refresco de 144Hz o más.
240Hz es la tasa de refresco más popular en este momento, como puedes comprobar. Estamos seguros de que este número no hará más que subir a medida que las tarjetas gráficas y monitores sean más baratos y mejores.
Puedes jugar a la mayoría de los títulos de generaciones anteriores (como a CS:GO, por ejemplo) a 240Hz con una combinación de procesador y gráfica de gama media. Sin embargo, para juegos modernos (como Fortnite, Apex Legends, etc.) necesitas un equipo de primer nivel.
240Hz vs 144Hz
Muchos jugadores dicen que el salto de 144Hz a 240Hz no es tan grande como de 60 a 144, y estamos de acuerdo. Mirando la imagen de los tiempos de refresco (a la derecha) puedes ver que el salto de 60 a 144 hercios es mayor que de 144 a 240 hercios.
Sin embargo, eso no significa que la diferencia no merezca la pena.
Pasar de 144Hz a 240Hz significa que pasas (aproximadamente) de ver un frame cada 6,95 ms a uno cada 4,17 ms, así que, definitivamente, te beneficiarás en términos de claridad y fluidez de la imagen en pantalla.
Si tienes un equipo suficiente para soportarlo (y dinero para gastar) siempre recomendamos ir por un equipo de 240 frames por segundo, ya que eso es simplemente mejor en cada aspecto, pero si tienes poco presupuesto o tu PC no puede generar suficientes frames para una pantalla de 240Hz, puedes optar por monitor con una tasa de refresco menor (por ejemplo, 180, 165 o 144 Hz) dado el caso.
Pero 240 frames por segundo es el objetivo, ya que cada vez más jugadores profesionales se están moviendo hacia a ese estándar, por lo que te recomendamos empezar a llevar tu hardware en esa dirección si te tomas el gaming competitivo en serio.
Requisitos para jugar a +144Hz
Hardware
Antes de invertir en un nuevo equipo con alta tasa de refresco, deberías asegurarte de que tu PC está preparado para la tarea. No es ningún secreto que los juegos cada año son más demandantes, a medida que las tecnologías y las técnicas de renderizado ayudan a los desarrolladores a elevar los límites en cuanto a fidelidad visual. Eso significa que necesitas un PC bastante potente para sacar el máximo provecho a la tasa de refresco de tu monitor.
Creemos que el framerate debe estar por encima de la fidelidad visual (puedes consultar nuestros ajustes recomendados y guías de opciones en la sección «guías»), así que siempre recomendamos bajar (un poco) la configuración de imagen del juego para conseguir el mejor equilibrio entre tener suficientes frames para disfrutar de una experiencia suave como la seda y sensible a más de 144Hz y mantener el juego sin parecer pixelado o sin resultar un caos.
Aun así, hay una potencia de procesado gráfico mínima si quieres conseguir suficientes frames por segundo para tu monitor, por lo que necesitas una tarjeta gráfica potente si quieres jugar a altas tasas de refresco. La última RTX 2080 Ti de Nvidia es actualmente la tarjeta gráfica más potente del mercado (y una de las tarjetas RTX más populares entre los profesionales), por lo que, si el dinero no es un problema, y/o si quieres que tu equipo te dure todo lo posible, definitivamente puedes hacerte con una.
Como hemos mencionado, la gráfica que elijas dependerá de tus juegos preferidos. Algunos juegos necesitan mucha más potencia para moverse a altas tasas de refresco que otros, y es por eso por lo que elaboramos guías de tarjetas gráficas para todos nuestros juegos analizados. Siéntete libre de verlo por ti mismo en «guías».
En general, recomendamos la serie RTX 2080 para la mayoría de los juegos a 240Hz y la RTX 2060 para 144Hz en juegos menos exigentes. También puedes optar por la anterior serie 1080 en lugar de la RTX 2060. En general, cuantos más frames, mejor, así que, si tienes presupuesto para ello, ve por la potencia pura.
Software
No necesitas ningún software especial para jugar a altas tasas de refresco, pero es importante asegurarte de que la alta tasa de refresco está activada en Windows. Para ello, ve a configuración-> sistema-> pantalla-> configuración de pantalla avanzada -> propiedades del adaptador de pantalla -> monitor y elige la tasa de refresco nativa de tu monitor (asegúrate de pinchar en ‘Aplicar’) bajo configuración del monitor – frecuencia de actualización de la pantalla.
Al margen de eso, deberías poder ejecutar tus juegos en pantalla completa. Eso es lo que siempre recomendamos en nuestras guías de configuraciones, pero creemos que debíamos mencionarlo aquí de nuevo. Jugar en pantalla completa te da la menor cantidad de latencia, que es lo deseable si quieres sacar el máximo partido a tu alta tasa de refresco.
También deberías asegurarte de activar la opción del juego para que se ejecute a una alta frecuencia de refresco. Este ajuste normalmente se encuentra en la sección de configuración de vídeo de tu juego favorito.
Puede ser una buena idea ajustar los frames pre-renderizados en 1, tanto en el panel de control de tu tarjeta gráfica como en los ajustes del juego (algunos títulos tienen esta opción bajo el nombre de «renderizado futuro de frame», mientras que otros no), aunque se ha informado de que esto puede causar problemas con algunos juegos, por lo que es mejor probarlo antes de empezar una partida de competición.
G-Sync y FreeSync
G-Sync y FreeSync normalmente salen en las conversaciones cuando la gente habla de altos FPS y tasas de refresco, y muchos se preguntan: «¿de verdad lo necesito?». La respuesta tiene dos partes. Cuando juegas, por ejemplo, a 240 frames por segundo en un monitor de 240Hz, probablemente habrá momentos en los que bajes de esa marca de 240, lo que puede provocar rasgado de pantalla. Tecnologías como la G-Sync eliminan eso por completo, lo que da como resultado una experiencia más fluida, incluso cuando la acción se vuelve frenética.
Se rumorea que estas tecnologías pueden producir un poco de lag de entrada. Curiosamente, cuando mayor es la tasa de frames, menor es el lag de entrada, y a 240 FPS es prácticamente imposible notar el lag. El rasgado, sin embargo, sigue siendo perceptible incluso a 240 FPS y te puede distraer en momentos críticos, lo que puede hacer que pierdas partidas y batallas, y la latencia producida por el G-Sync en concreto es casi imperceptible, por lo que, definitivamente, es algo a tener en cuenta en caso de que sufras rasgado.
De cualquier forma, ambas tecnologías se pueden desactivar, por lo que nunca viene mal hacerte con un equipo con la tecnología de sincronización más reciente.
60 vs 144 vs 240 Hz: Conclusión
Hay un mito/meme bastante absurdo en internet que dice que ‘los humanos no pueden ver más de 30/60 fps’, pero eso es categóricamente falso. Un equipo con alta tasa de refresco (consideramos los 144Hz como el mínimo) mejora considerablemente la fluidez y la suavidad de la imagen en pantalla, así como la respuesta general, y reduce la latencia. Por encima de eso, también reduce considerablemente el rasgado de pantalla y los problemas de ghosting, por lo que no es difícil ver el por qué un monitor con alta tasa de refresco puede mejorar tu experiencia de juego.
De hecho, vemos que el 98% de nuestros profesionales analizados en todos nuestros juegos usan un equipo capaz de mostrar al menos 144 fotogramas por segundo. La mayoría de los jugadores optan por las series GTX 1080 o RTX 2080 de Nvidia.
En resumen: Si tu principal objetivo es competir en juegos multijugador, una gráfica que pueda alcanzar más de 144 frames (y un monitor que los pueda mostrar) deberían estar en la parte alta de tu lista de compras obligadas. No querrás volver a los 60Hz para juegos competitivos nunca más.
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